viernes, 31 de julio de 2009

LA PARABOLA DE LOS TALENTOS



LA PARABOLA DE LOS TALENTOS
Mateo 25, 14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.

Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo:
Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.
Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

Llegándose también el de los dos talentos dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.

Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

Llegándose también el que había recibido un talento dijo:

Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.

Mas su señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

COMENTARIO

Esta parábola nos enseña a desarrollar nuestras cualidades físicas y espirituales, denominadas Talentos. Somos responsables del acrecentamiento de estos talentos, para beneficio nuestro, de nuestras familias, de nuestros prójimos , etc.

El acrecentamiento de los talentos va acorde con la construcción de nuestro templo espiritual, cada vez que pulimos nuestra piedra bruta, nos encontramos en mejores condiciones para servir mejor a nuestros prójimos, hasta llegar a la perfección espiritual y material.

Esta parábola se centra en el servidor “precavido”, del que cumple la Ley escrupulosamente, del servidor que tiene aversión al riesgo, de aquél que teniendo dinero no lo arriesga en una inversión y, lo que es más, lo esconde en la tierra. Es de una persona cobarde y medrosa, de un siervo inútil e incapaz de destacar en algo.

La relación Dios-Israel es análogo a decir Señor-Siervo. Al que se condena en esta parábola es al siervo inútil, al que se cree seguro porque cumple escrupulosamente la Ley; y, que seguramente dice: “Ya nada anhelo, ya soy feliz, que el Rey del cielo ya mora en mi”. Es decir, estamos frente al fariseo, a la higuera infructuosa, al que por su temor al riesgo ha convertido el capital en estéril, que no beneficia al pueblo sencillo porque ha enterrado sus talentos o cumple la ley escrupulosamente y, por tanto, no deja que Dios perciba los intereses de su Divino Capital.

Esta parábola invita al creyente a que salga de su enclaustramiento que no le hace bien a la reproducción de sus talentos y que no tenga temor a lo extraño y desconocido, a las posibilidades de que invirtiendo uno mismo sus talentos pueda obtener una rentabilidad de 100%, que cuando encarga a un tercero el uso de sus talentos, donde los beneficios son menores. Aquel que tiene y lo arriesga moderadamente obtendrá más que aquel que no lo arriesga y que puede perderlo todo.

Por eso, es que el siervo es castigado por su cobardía, tuvo miedo de fracasar y no hizo nada como algo tan sencillo, de última instancia, como entregar a los banqueros el dinero para ganarse un interés. Pudo haber tomado esta última decisión, como un riesgo moderado; pero, no hizo ni lo uno ni lo otro. Por eso, el Señor, castiga a ese siervo inútil y escrupuloso cumplidor de la Ley ordenando echadlo a las tinieblas de afuera.

De otro lado, los siervos que no enterraron sus talentos, que no tuvieron aversión al riesgo, entregaron a ese pueblo sencillo 100 % más del divino capital que Dios les había dado. La recompensa de esos siervos buenos es la felicidad por haber reproducido los talentos de acuerdo a su capacidad. Ya que la inactividad y el desperdicio del talento, por el siervo malo y holgazán, origina la cólera de Dios. En esta parte, la parábola pone en contraposición el trabajo y la creatividad con la holgazanería. Dios espera que nosotros reproduzcamos los talentos que él nos dio, que busquemos una ganancia espiritual y material de los dones que nos ha dado la divina providencia.

CONCLUSION

Hay que hacer uso de los talentos materiales y espirituales que Dios nos ha dado. Desarrollemos nuestras potencialidades físicas e intelectuales y sirvamos a nuestros prójimos con los beneficios que nos traen el trabajo y creatividad.

R:.H:. FAUSTINO BERAUN BARRANTES
VENERABLE MAESTRO
R:.L:.S:.INCA GARCILASO DE LA VEGA Nº177